jueves, 21 de julio de 2011

Un Perucho en Colombia, Segunda Parte.

Uno

Diego se levantó de su nueva cama. Las maletas aún estaban llenas. Se sentía extraño. A penas Salió del cuarto un calor empezó a recorrer todo su cuerpo. Era un calor un poco asfixiante. La Señora de la casa donde se quedaba ya tenía el desayuno listo, esta vez era huevo con pan, chocolate y frutas. Diego agradeció el hecho que no le sirvieran más caldo, tendría que empezar a ser fan del caldo de huevo si es que quería pasar desapercibido por la ciudad. Ese día tendría que ir a la Universidad a ver sus horarios, la señora le comentó que en Bucaramanga se estudia desde las seis de la mañana, por más que intento cuadrar el horario no pudo evadir el hecho de empezar a las seis de la mañana. Diego tiene que resignarse a levantarse tres veces por semana antes de las seis de la mañana. “al que madruga, Dios lo ayuda”, pensó Diego y siguió revisando los cursos que llevaría este semestre. Los cursos son buenos, son mejores que en Lima. Varios de ellos nunca los verá en su Universidad, son más especializados, mejor desarrollados y hasta le presentaron a la encargada de su especialidad. Una colombiana muy atenta (para variar) y con un acento encantador. De hecho lo primero que Diego admiró de Colombia fue su acento, tanto que le gustaría que su acento se le pegará. De esa manera pasaría más desapercibido en la ciudad y de repente hasta le venden las cosas más baratas.

Bucaramanga es una ciudad que se puede caminar, de hecho Diego se caminó toda la ciudad el primer día y no porque quisiera conocerla, es que se perdió y tuvo que dar varias vueltas, pero al menos ahora sabe cómo ubicarse. En esta ciudad las calles no llevan nombre de escritores famosos, presidentes corruptos o historiadores frustrados, sino simplemente números. “Bucaramanga es como un plano cartesiano. Las Calles atraviesan de norte a sur y las carreras de sur a norte, si es que te quieres ubicar solo debes cruzar las carreras con las calles”, les dijo el asistente de Relaciones Internacionales de la Universidad, un joven que tiene una risa un poco extraña y que le encanta mezclar el español con el inglés. “Genial, entonces no me tengo que memorizar nombres de personas, eso esta bien”, le dijo Diego al de la risa estrambótica y este asintió con una risa que hasta ahora sigue retumbando en sus oídos…

Dos: GooooooCacola

photoblog_peru_colombia01Una de la tarde. Diego esta frente al televisor custodiado por dos Colombianos con las caras pintadas y camisetas amarillas. Perú y Colombia van 0 a 0, por el momento eso le favorece a Diego, en la Televisión empieza a ensalzar al equipo Colocho, que son los mejores de la Copa, que nunca han perdido un partido, que tienen no sé cuántas horas sin perder ningún partido. Los custodios de Diego solo se ríen y lanzan improperios cada vez que Falcao se pierde una o que el otro jugador la manda lejos con la cabeza. Pero todo se transforma cuando en el tiempo extra (o alargue como dice el comentarista) “un descuido” del portero colombiano pone el primer tanto para la selección “inka” (asi fue narrado por la televisora) de momento hay un silencio sepulcral, nadie dice nada y Diego está en el medio de ellos, a punto de estallar de alegría, asi que solo atina a hacer lo que vio hace unos minutos: “GooooooCacola, por favor, me invitas una CocaCola” los colochos lo matan con la mirada, pero Diego solo sonríe, el segundo Gol del Loco Vargas, enloquece a sus custodios y hace que sigan lanzando improperios. Diego solo sonríe y pide permiso para ir al baño. Cierra la puerta del baño y celebra el gol peruano. Sale del baño todo serio, a seguir viendo el partido. Sus custodios, solo atinan a apagar el televisor e irse, con la cabeza gacha, a sus cuartos. Diego, en cambio, coge su casaca de Perú (a sabiendas que eso podría traerle represarías) y sale de la casa a caminar por las calles de Bucaramanga, para encontrar una ciudad vacía, casi fantasmal y triste. Las esquinas llena de colochos tristes, con sus camisetas de la selección pero sin la sonrisa que se dibuja en el rostro de Diego, la gente mira su polo y le lanza una mirada fulminante, Diego solo avanza, buscando un lugar donde poder celebrar. Llega a un restaurante muy lujoso y se dispone a celebrar el triunfo peruano, aunque sea el único feliz en toda la ciudad, no le importa la selección inka, la selección del mago Markarian, logró sacar a Colombia, uno de los favoritos y posicionarse como uno de los cuatro mejores equipos de América y eso era un motivo más que suficiente para celebrar…

Tres: El recibimiento especial

Ya es como el tercer día y Diego se da cuenta que tiene una protuberancias en su piel, y esta seguro que vino sin ellas de Lima. Se extraña, le cuenta a la señora de la casa, ella se rie y le dice que son los zancudos, que le están dando la bienvenida a Colombia. “Es eso o es que los zancudos se están vengando de que Perú sacó a Colombia de la Copa América”, pensó Diego. Pero sea lo que sea el punto es que los zancudos muy pronto acabarían por succionarle toda la sangre si es que antes no hacia nada. Diego sale en busca del antídoto para esos insectos que se han empecinado en no dejarlo dormir y que tiene una obstinación por la sangre inca. Sale a la calle, el día está soleado. Estarán en unos 23 grados, cuando avanza un par de cuadras, el cielo pierde su color brillante y empieza a llorar, pero su llanto no es como Lima, esta lluvia si moja, pero Diego ya estaba preparado. Esta vez tenía el paragüas en el bolso lo saca y salva el día. Diego esta sorprendido, el solo pensaba que en Lima el clima era loco, pero parece que en Colombia el clima también fuma de la buena y esta algo loco. “Es como si Dios tirará dados cada minuto para cambiar el clima”, dice Alejo, el de la risa estrambótica, el fashion, el psicólogo, el de Relaciones Internacionales. Sigue caminando y cuando ingresa a la tienda para comprar el repelente la lluvia se detiene, sale de la tienda y el sol resplandece. Regresa a la casa. Es viernes en la noche, su instinto cinéfilo lo llama. Busca en Internet una cinema cerca, coge la dirección y empieza a caminar.

Cuatro: comparaciones

peru-colombia“Qué más?”, “Qué hubo?”, y demás fueron las palabras que Diego escucho esa mañana. Es que es la forma de saludarse entre ellos. Es como decir un Qué tal?, Cómo estas?. De pronto lo tratan de Señor, de Usted, hasta de Don y Diego solo se asombra y trata de imitar. Empieza a tratar a las personas de usted, de Señora, de Señor, es que así pasas desapercibido y pues no te tratan diferente. Vas a la tienda y en vez de decirle véndame, le dices regalame. En vez de decirle flojo a alguien, holgazán o que no hace nada le dices “Este man, esta mamando gallos”. Cuando te enojas con alguien no solo le miras con cara de pocos amigos sino que dices” Me saca la piedra, es que este man me saca la piedra” y cuando alguien huelo feo es que “huelo a perro”…estas fueron las primeras jergas que Diego agrego a su ya “culto vocabulario”. “Pero las jergas aquí no son tan malas, al menos no la relacionan con la comida, como en Perú”, le dice Diego a la señora de la casa, que está empecinada en ir a buscar si es que la palabra Lúcuma existe o si es que es solo un invento de su nuevo inquilino. Las culturas Colombiana y Peruana no son tan distintas, solo se diferencian por el dejo y por algunas que otras palabras que a Diego le parecen muy chistosas, además aquí todos te tratan muy formales, eso le agrada a Diego. De seguro habrán nuevas palabras que Diego aprenderá y eso le emociona mucho, ya no puede esperar para que empiecen las clases, aunque tenga que levantarse a las cinco de la mañana, pero será interesante conocer a esta nueva cultura….Pero ya está cansado, ha sido un día muy largo. Cierra la puerta, se “baña” en repelente y se deja caer en las manos de morfeo

Próximo Post: Un Perucho en Colombia, Tercera parte

La rumba colombiana, la caminata hasta la judía y el encuentro con los otros estudiantes de intercambio….

Qué te parecio la vida de Diego??....Vamos comenta.

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