jueves, 29 de octubre de 2009

Lima es morado

El día amanece y con él se despierta la fe de miles de seguidores, que se han levantado desde muy temprano y llegan desde diferentes partes del Perú, para poder venerar al Cristo Morado. Aquel que les concedió un milagro, ese Señor bendito que saben no les fallara… el Señor de los Milagros

En las Nazarenas

Se supone que estamos en primavera pero Lima rehúsa permitir que los rayos del sol den vida al paisaje. Son las 5.30 de la mañana y hay varios cientos de personas alrededor de la iglesia de las Nazarenas. Lo único que los divide del lugar donde la santa imagen reposa es una frágil pero portentosa soga de paja. Detrás de la soga me encuentro yo y algunos fieles que han salido de su casa a las tres de la madrugada y han venido caminando a ver al Señor de Pachacamilla. En el otro lado hay algunos cuantos hombres de morado tratando de calentarse frotándose las manos. He llegado temprano y pude ubicarme en una posición privilegiada a dos filas de donde está la gruesa soga de paja. En la iglesia se estaba oficiando la misa, han puesto unos parlantes afuera que nos permite poder seguir la voz del padre y el coro de los hermanos que asienten lo que el cura predicaba. A pesar de que somos varios cientos los que estamos fuera de la iglesia y que hace frío, se puede sentir la misa como si estuviéramos dentro de la iglesia.

Todos estamos atentos a las palabras del cura que salen por los parlantes cuando una voz dice: “Déjenme pasar” la gente lo va a mirar con mala cara y están a punto de responderle que no se puede cuando el intruso hábilmente responde: “yo soy sacerdote”. La gente se apacigua y le dice: “Dios lo bendiga padrecito”. Las melodías que provienen de la Iglesia transmiten calor a las personas que estamos esperando. Los empujones continúan y cada vez se hacen más frecuentes. Varias personas están molestas porque los hombres y mujeres de morado intentan pasar a toda costa a pesar de que saben que han llegado tarde. A esto se suma la fila de personas que se aprovechan de esto para poder adelantarse algunas filas y poder estar lo más cerca a la imagen. La gente es ingeniosa en poder crear mecanismos que le permitan adelantarse algunas filas. Algunos se ponen el hábito encima de las ropas, otras fingen cara de desvalido, algunas hermanitas sacan el sahumerio como prueba que necesita pasar la soga, otros alegan que son de la banda pero no llevan ningún instrumento, etc. Un señor al percatarse de todo esto les dice, de manera jocosa, al grupo morado que intentaba abrirse paso: “A ustedes les gusta el paleteo. Yo también quiero paleteo, paletéenme”, mientras alza las manos de manera alocada. Un señor de hábito lo mira seriamente y le responde con sequedad: “más respeto señor”. El hombre se calma y le responde: “Perdóneme hermano, ya sé porqué ustedes pasan por acá, quieren bendecir mi hombro. Bendígame hermano, bendígame”, lo dice mientras toma la mano del hermano y frota con ella su hombro.

Después que la misa dentro de la iglesia Las Nazarenas ha terminado un hermano de la primera cuadrilla se acerca a la muchedumbre y con voz de parlante ofrece “algodón bendecido por la imagen”. Alguien del fondo critica: “pero mire como lucran con la fe”; sin embargo, luego su voz se pierde en un mar de otras que piden a gritos: “una para mi hermano, tome el sol

Sale la imagen


IMG_1204 A las seis de la mañana en punto todo se paralizó, la respiración se paró y todas las miradas voltearon al unísono hacía un punto: la puerta de las Nazarenas. Nadie decía ni una sola palabra, pero no era necesario. La banda de la PNP (Policía Nacional del Perú) empezó a tocar la marcha de la bandera y las voces se decían una entre “otras allí esta mi Señor”, “si ya lo veo, ahí vienen mi amado Señor de los Milagros”. “Puedo ver ya las flores, a las sahumaduras”. “Puedo ver la bendita imagen” varias señoras a mi alrededor empezaron a llorar y otros a cantar. Todos enmudecieron cuando el padre empezó a hablar desde el estrado: “Vamos a recibir, queridos hermanos, con fuertes aplausos a la venerada imagen del Señor de los Milagros. El Señor de Pachacamilla se hace presentes en la esquina de la fe”. El padre siguió hablando, pero eso ya no importó. Nadie lo escuchaba todos tienen sus ojos, sus mentes, sus almas puestas en una sola cosa. Todos estaba hipnotizados en la imagen del bendito Señor de Los Milagros, aquel señor que les había hecho varios milagros, que les había hecho levantarse desde temprano y venir caminando para poder aunque sea poder contemplarlo un instante. La imagen se va acercando al estrado. El rostro de los fieles se vuelve más reflexivo, compungida. Todos elevan sus manos, depositando así su corazón a la imagen. Le dan gracias por el milagro realizado, por la salud, por la familia. Motivos sobran.

Los encargados de trasladar al santo son los cargadores de la primera cuadrilla. Lo depositan con suavidad y honor a un costado del estrado para poder oficiar la misa. Volteo el rostro y me asombró a ver la cantidad de gente. Son tantas que no puedo ver el final. En ese instante intentan pasar dos hermanos de hábito. Uno lleva un palo con un cartel y el otro un maletín. Son los emergencistas. Caminan diciendo: “Emergencia, emergencia. Abran paso, emergencia” y salen de la multitud con una mujer tapada y echada en una camilla. Todos se calman cuando ven que la imagen se va a levantar, sus esperanzas vuelven y a una voz cantan el himno del Señor de los Milagros como si fueran una sola persona. La misa casi culmina con el salmo “El Señor es compasivo y misericordioso”, frase que termina mágicamente por unir a todos los fieles, y hacer que las peleas por “te colaste” o “no me voy a mover” queden olvidadas en medio del coro que siguen los devotos, fieles a la Sagrada Escritura.

Empieza la procesión


Los cargadores alzan al Señor de Pachacamilla con sumo cuidado y están listos para empezar el arduo camino hasta la siguiente parada: La plaza de armas, pero antes de llegar tendrá que recibir varios homenajes y habrá cambiado de cuadrillas varias veces. Dos mujeres que me acompañaron durante la misa me aconsejan que no siga la procesión, que tome el atajo de Jirón Lima y adelante a la venerada imagen en la Plaza de Arnas; sin embargo, algo me mueve a unirme a ese grupo humano que va decidido en acompañar al Señor por la Avenida Tacna. Quizá es el sentimiento de empezar a sentirme uno de ellos, de lo cual me pude dar cuenta cuando en medio de la misa con mi grabadora en mano me encontré alzando en voces el cántico hacia el Cristo Morado, me halle orando por mi familia con un calor en el pecho que me obligo a cerrar los ojos con fuerza y seguir orando…. Quizá fue eso lo que me empujo a seguirlo y hallarme más tarde en medio de gente, de la que fui por ese momento, igual a mí.

Ahora es casi imposible calcular el número de persona que estamos en la procesión. Decir que hay un mar de gente queda chico. La gente se apretuja, se golpea, se tironea…se asfixia. Muchos intentan pasar la soga para estar más cerca a la imagen pero los hombres de morado y los policías se lo impiden. Una viejecita con una niña que fácilmente pasaría como su nieta está siendo empujada por la muchedumbre, nadie la respeta. Se le acerca al policía para pedirle que le deje pasar. El policía la mira a los ojos y solo puede ver en ellos una súplica que viene desde lo más hondo de su alma. El policía por más castrense que sea no puede negarse a eso y su frialdad es doblegada por esos tiernos ojos negros. La viejecita con la niña logran pasar, pero luego regresa para depositar un beso en su mano, el cual luego es colocado tiernamente en la dura cara del policía.


Trató se sostenerme de la soga lo más que puedo para no caerme, pero los apretujones siguen. La procesión se para. Viene el primer homenaje de música criolla. Un pequeño estrado y las voces de grandes cantantes le cantan al Señor de los Milagros las canciones que el querido “Zambo” Cavero solía entonarle “cada domingo después, después de la misa”. Seguimos caminando, lenta, apretada y asfixiantemente. Volvemos a parar para darle otro homenaje en un estrado un poco más grande que el anterior. Pero esta vez la imagen no se para, sigue de largo. Varios criollos entonan en el estrado sus oraciones echas canciones para el Señor de Pachacamilla.

Estamos entrando a la parte más estrecha de la Avenida Tacna. La gente se sigue empujando de un lado a otro, todos desean poder estar lo más cerca a las andas para así tocar la imagen. Los policías saben que si se acercan más pueden alterar el equilibrio de los cargadores y esto desencadenaría en un desastre de proporciones épicas, por eso deciden empujar a las personas a un lado. Estamos tan juntos que se puede sentir la respiración de cada persona a mi alrededor. Intento no separarme de la soga. Pero ya no puedo más el olor es exorbitante, la gente es demasiada, los apretones son excesivos. Decido cerrar los ojos y unirme a la muchedumbre, desprenderme de mi individualismo y hacerme uno con la gente, dejar que el misticismo de la procesión me guíe y pueda ser uno con la procesión. Mala idea, ya que casi me caigo. Los frágiles árboles que están apostados en la calle se mueven como si un tornado pasara. Parece que en cualquier momento van a caer y eso ocasionaría un tragedia.

Tuve que separarme de la gente, porque estar un minuto más en ese mar de gente ponía en peligro mi integridad física. A pesar de que anduve con la procesión unas cuantas cuadras pude experimentar el calor de la procesión, la euforia de la gente, el misticismo. Pero principalmente el ferviente amor que la gente le profesa a la imagen.

Rodeé a la procesión y esperé que llegue a la Plaza de Armas

En la Plaza de Armas


DIRE240909cris La Plaza Mayor nunca me pareció tan pequeña. “Un granito de mostaza que mueve montañas” es coreado por los fieles que están de pie en un gran estrado colocado afuera de la Catedral de Lima. Los cantantes que han tomado la posta en los micrófonos, ubicados en las afueras del templo más importante de Lima, lucían elegantes ternos y sastres negros que se perdía en medio del morado imponente del día; aún así, nada empañaba el vigor de los cánticos que entonaban, nada parecía perder fuerza aquel día, era como si una vibra de energía hubiera nacido súbitamente en los limeños, de un sábado tremendo a un domingo compungido y de arrepentimiento. Ciento de familias, vendedores, cantantes, policías y periodistas llenan este espacio en donde minutos más tarde el Señor llegará a llenarlo todo. Andy es un vendedor de detentes del Señor de los Milagros. Estuvo en la iglesia de las Nazarenas desde las 6:00 am. y me cuenta que, si bien es cierto la desorganización produce caos, la numerosa cantidad reunida ese domingo aumentaba las ganancias de él, su hermano y su madre, que se dedican al mismo oficio desde hace varios años.

Unos turistas conversan entretenidamente con su guía turística, que al parecer disfruta mucho en repetir “on that corner, sir”. Me acerco con curiosidad y termino siendo una participante más de este encuentro intercultural. Kelly y Thomoas Morrinson son una pareja de esposos de Estados Unidos, es la primera vez que vienen a Perú y me confiesan estar sorprendidos del despliegue de la gente y de los medios de comunicación sobre un evento religioso tan grande, del cual por supuesto nunca vieron algo igual en su tierra natal, aseguran además que la procesión y el encuentro no les parece desorganizado ni repleto. “It’s sorpresing but it’s not very crowded”.

Miluska llevaba a su hija Rosa desde pequeña a la procesión. Hoy las dos se encuentran vestidas con hábitos morados y el cinturón blanco que caracteriza a todos los fieles del Cristo de Pachacamilla. Miluska me asegura que para ella el Señor lo es todo y que sin él no hay nada, abraza a su hija, quien me mira y me confiesa que es un sentimiento heredado que lo sigue como si fuera nuevo cada día.

La imagen se encuentra frente al Presidente de la República. Se encuentra en el banco lateral del Palacio de Gobierno con el hábito y rodeado de su séquito y se puede apreciar a su hijo Dalton en un extremo. Toda la gente tiene la vista y los pensamientos divididos. Algunos miran expectante y fervorosamente a la imagen, mientras que otros miran cada movimiento del mandatario. Lo ven arrodillarse y orar. Me preguntó que le pedirá al Señor de los Milagros. Le pedirá acaso que le regale un poco de su popularidad, que le conceda el milagro de que llegue vivo al 2011 o a lo mejor le está pidiendo que le haga el milagrito de desaparecer esa inmensa protuberancia que le impide verse los pies. El presidente García baja solemnemente y saluda a los hermanos de la cuadrilla para poder darse un baño de popularidad que tanto le hace falta. Le entrega el escudo nacional hecho de flores como homenaje de la imagen. Toma el puesto que antaño hacía cada octubre y empieza a cargar la imagen unos cuantos pasos. Luego deja su puesto para volver al Palacio.

La Plaza de Armas está atiborrada de gente, no cabe ni un alfiler. Es un escenario diverso y curioso, Andy, el niño vendedor de detentes, estuvo ahí; diferentes muestras de los estratos limeños se encuentran con él, inclusive un presidente vestido con el hábito morado desciende hasta el espacio de concentración. Todos, sin ser todos, están con él; y nadie, incluyendo todos, niega lo que provoca en las masas con su sola presencia. Y quedan así: ensimismados en un solo punto. Su cuerpo, sus ojos, su mente, sus corazones están dirigidos a un solo lugar: a la imagen del Señor de los Milagros.

2 comentarios:

  1. Muy aparte de ser un buen texto, se ve impresa la dedicación que le has dado al proyecto. Un tema pesado, pero lo supiste hacer divertido e interesante. Buena.

    ResponderEliminar
  2. Wοw, wоnderful blоg laуout!
    How long haνe уou bееn blogging foг?
    you maκe blogging look easy. The overall loоk of your site
    is fantastіc, let alonе the content!


    my hοmeрagе payday loans

    ResponderEliminar

Gracias por comentar....


NOTA: El autor se reserva el derecho de publicar aquellos comentarios que contengan palabras grotescas o dañen el honor y la reputación de las personas.


Asimismo, el autor ruega que si el lector decide comentar por la modalidad Anónimo, coloque su nombre al final del cometario, sino se reservará el derecho de publicarlo.

Powered By Blogger