jueves, 1 de septiembre de 2011

Un Perucho en Colombia, tercera parte

Uno: La caminata a la Judia

Domingo, siete de la mañana. Diego tiene sus tenis (zapatillas en Colombiano), su polo del real Madrid que trajo del Perú aunque le va al Barza, su morral Adidas y mucho sueño, pero igual le parece algo interesante la caminata ecológica. Se encuentran con el anfitrión, si el de la risa estrambótica, toman el bus y se van a Floridablanca, un pueblo como a unos veinte minutos de Bucaramanga, llegan, se cargan unas aguas, un gatorade y empieza la caminata por la judía. El reto: dos horas y medias de pura caminata, una hora de subida. La recompensa: una catarata magnifica y una mojada de tenis. Al inicio Diego está bien, todavía puede aguantar, la subida no le parece tan difícil, mientras el anfitrión empieza a tomarse fotos con la naturaleza, Diego y los demás chicos de intercambio empiezan a escuchar sonidos medios extraños, como de pájaros, como de animales raros…es que en el camino a la judía es todo un espectáculo de la naturaleza, puedes percibir el sonido de la tierna misma, sentir el respirar del aire acariciando tu oído y el sol calentando tus manos. Al alzar la mirada y contemplar las nubes blancas y hermosas y respirar aire puro, si por fin aire puro y no la contaminación con la que Diego tuvo que lidiar por cerca de veinte años allá en lima. La subida es dura, es larga, es agotadora, pero vale la pena. Vale la pena poder pararse en una cresta y mirar desde abajo todo Bucaramanga, vale la pena el sentir que tu corazón estalla, porque bombea a más de 10000 latidos por segundo, vale la pena cerrar los ojos y sentirse más cerca del cielo, ver toda la ciudad pequeña, como si fueran hormigas y sentirte insignificante frente a tan maravillosa creación.

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La subida empieza a convertirse en bajada, esto es bueno para Diego, que ya no siente sus piernas, pero el ver al guía de la voz estrambótica, más joven que él y con tanta energía le da el coraje para seguir caminando, aunque ya lo haga por inercia, a su lado pasan motos, carros, y él quisiera que uno le jale, pero nada, nadie se compadece de Diego y de sus amigos, por fin llegan a la catarata. Es simplemente Hermosa. Pequeña, pero lo suficientemente fuerte para hacer sentir su rugir en medio de la naturaleza. El llegar hasta la catarata fue toda una travesía para Diego, no solo porque la caminata duró como más de dos horas, sino que para llegar en sí hasta el manantial de agua cristalina, hay un piedras, y en las piedras charcos y en el charco excremento y en el excremento los tenis de Diego y en los tenis de Diego, sus medias y en sus medias su pie y en su pie pues el embarró que se metió. Fue casi un “epic fail” – como diría el guía de la risa maquiavélica- pero que es un viaje ecológico sin una metida de pata, pues nada. Diego solo atinó a sonreír y a pensar: “Bueno, esto quiere decir que la naturaleza me quiere tanto que se rehúsa a dejarme ir sin un recuerdo de ella?”. La bajada fue mucho mejor, menos tiempo y más fresca, reposaron un rato en una tienda, tomaron una gaseosa y escucharon a Rossy War mientras veían la lluvia caer y pasaba una vaca por su costado. ”Esto es Colombia, donde todo puede suceder. Puedes escuchar a Rosy War, ver una vaca, sentir la lluvia y todo eso…es por eso que el riesgo es que te quieras quedar”, pensó Diego cuando ya terminaba el día y comía una deliciosa Oblea (dulce típico de Floridablanca) y veía esconderse el sol bajo las montañas, como si es que se despidiera de él y le pidiera perdón por la metida de pata….

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Dos: Hoy nos vamos de fiesta

Bucaramanga es una ciudad llena de jóvenes. Jóvenes imperativos, con las hormonas alocadas que no tienen una mejor idea de “pasarla bien” en una rumba. Entiéndase rumba por quedar ebrio totalmente, haber bailado tanto hasta que ya no sientas tus pies, haber besado a mil chicas que ya no te acuerdas ni sus nombres, sentir que el terremoto de Ica vuelve a repetirse pero en tu cabeza. Esas son las rumbas en Colombia, pero solo hay un detalle todo esto lo tienes que hacer hasta antes de las tres de la mañana. “Todos los locales acá en Bucaramanga cierran a las tres de las mañanas. Solo un par son los que se quedan hasta las seis de la mañana y son caros. Las discotecas solo duran un año o máximo tres. Solo hay uno que tiene hasta el momento cinco años”, dice el anfitrión de Diego, mientras contornea su cintura y sus manos a un ritmo mental de hip hop. Ah, pero la rumba no es gratis, cobran cover (entrada de 10 o 15 mil pesos, depende del lugar), pero algunos son gratis si es que entras hasta antes de las doce de la noche. El día ya estaba pactado, la rumba sería un día antes de la independencia de Colombia, el lugar “La Calle”, qué tal nombre para una discoteca que está dentro de un centro comercial y que al parecer es para estratos 3 en adelante (en Colombia no se clasifican a las personas por niveles socio económicos de A, B, C, etc…aca se usa estratos del 0 al 6). El VIP en la puerta le pide su cédula a Diego. Diego recién había ido a hacer la vuelta (tramite) en el centro para poder tener la cédula de extranjería, asi que le presentó su pasaporte. Le dieron un sombrero y entró a La Calle. El ambiente se veía lujuso. Un local de dos pisos, una disco Crossover (todo tipo de música), el primer piso menos elegante que el segundo. El ambiente está vacío, claro son las nueve de la noche. Todos se miran la cara, el Dj empieza a hacer las mezclas, nadie en la pista de baile. Diego preocupado. Preocupado porque los tragos son caros, pero él no toma, pero igual las gaseosas son caras, y bailar, él no es un gran bailarin, la última vez que bailo fue en inicial y fue una marinera, y no cree que el Dj tenga una marinera entre sus mezclas. Entonces solo espera que las cosas se den….

Llegan más colombianos, llegan más extranjeros, saludos por acá saludos por allá, piden unos cocteles. Diego con su Coca Cola en la mano y otra al costado. Llegó el momento del baile, le dice a su pareja que no sabe bailar. Ella le dice que fresco, que le enseña. Empiezan a moverse. Diego no sabe cómo pero sus pies se están moviendo y sin caerse, no le va tan mal. Sigue la rumba. Doce de la noche, Una de la madrugada. Ahora la casa está llena, Diego coge su videocámara y empieza a grabarlo todo. Quiere documentar como sus nuevos amigos se embriagan y bailan, es que sabe que cuando todo esto termine no se acordarán de nada y Diego quiere hacer de “memoria colectiva”. Como a las dos de la madrugada la Calle despide la noche de rumba con un juego de fuegos artificiales con el fondo de Fireworks de Katty Perry….Termina la fiesta. Diego camina hasta su casa, llega a su cuarto, pero el Redbull que tomó no lo deja dormir, se echa y el cuerpo le sigue dando vueltas por la adrenalina acumulada….poco a poco se va pasando el efecto y todo se vuelve oscuro….

Tres:

 

Fiestas Patrias Colombianas

Julio 20: Independencia de Colombia. Las calles se visten de gala, a las afuera de la casa de Diego están los militares, los policías, los comerciantes y las cientos de personas con la camiseta de Colombia, esa misma que ya no estará más en la Copa América justamente debido al país de donde viene Perú. Parece irónico, si se enterarán de donde es Diego, entonces lo ponen en medio de la calle y hacen que los tanques, los caballos y camiones pasen una y otra vez por encima de su cuerpo. Cómo es posible que la “selección inka” haya eliminado al equipo al cual no le habían metido goles….hasta ese entonces. Pero a Diego no le importa. Sale a ver el desfile, nada comparado como en Perú, solo un par de carros, un par de caballos, un par de bandas, pero al mirar al cielo y ver los helicópteros que pintan las nueves de amarillo, rojo y azul fue muy chévere. El desfile sigue avanzando, el alcalde y el gobernador hablan. Los caballos pasan por su lado, son inmensos. Más grande que en Lima, que le darán…coca??...Militares jubilados montados en Jeep empiezan a desfilar por su calle, un Simón Bolivar en ayunas y enano se para del carro y saluda a la gente, mientras se le cae el bigote postizo.

Diego se sintió rodeado de colochos, por primera vez en su vida podía sentirse extraño, sentirse que estaba en otra parte del mundo, sentir el fervor de cientos de colombianos que aunque hace unos días habían perdido en “el deporte rey” su pasión por su nación no había menguado ni un poquito…cerró los ojos simplemente disfruto de la tarde…

Y qué les parece la vida de Diego hasta ahora en Bucaramanga….. falta más por saber. Ahora será un Peruano en la Universidad…veamos como le va.??..pero será en el próximo post!

Nos leemos!

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